Alerta en el departamento de Amazonas - Colombia por la inminente amenaza de la pandemia Covid-19 a los pueblos indígenas

por Soporte

Asociación Tejiendo Amazonas TEJAMA

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Leticia, 10 de mayo de 2020

Hace más de un mes, el médico tradicional William Yukuna, maloquero del cabildo indígena urbano de Leticia CAPIUL, se adelantó a tratar el espíritu de la enfermedad¹ del coronavirus con un ritual de curación del mundo. Al término de este advirtió sobre las consecuencias que ésta traería a los pueblos indígenas del departamento del Amazonas. Esto sucedió una semana antes que, las Naciones Unidas afirmara la grave amenaza que la pandemia del Covid-19 constituye para la salud de los pueblos indígenas. Además, solicitó a los Estados miembros y a la comunidad internacional la inclusión de sus necesidades y prioridades específicas para abordar el brote global.

Durante el ritual, el Mayor Yukuna señaló por donde entraría la enfermedad a Leticia, ciudad ubicada en la frontera amazónica de Colombia con Brasil y Perú. Tal como lo indicó, el 8 de abril de 2020 la ciudad brasileña de Tabatinga comunicó el primer caso de Covid-19, sin la debida atención de su mandatario nacional que insiste en subvalorar la pandemia. A los nueve días, la pandemia llegó a Leticia, la capital colombiana del Amazonas. Desde ese momento, la crisis hospitalaria se agudiza. Hasta el 10 de mayo estos lugares reportan 311 y 510 casos confirmados, respectivamente. En suma, son más de 1.340 casos confirmados en la zona tri-fronteriza, y tan solo en Leticia hay más de 840 casos probables de Covid-19.

Las proyecciones del DANE para este año, contempladas en el censo nacional de 2018, indican que el departamento de Amazonas tiene 79.020 habitantes. Cerca del 57,7% de la población se identifica como parte de los 26 pueblos indígenas que habitan este territorio. Estas personas se distribuyen tanto en las cabeceras urbanas como en los asentamientos dispersos de los territorios indígenas, ubicados en los 2 municipios y 9 áreas no municipalizadas del departamento. La misma institución estima que el municipio de Leticia tiene 49.737 habitantes y que el 29,2% de ellos viven en asentamientos rurales, en su mayoría indígenas. Por su parte, el municipio indígena de Puerto Nariño está poblado por 10.239 personas, el 37% de ellas viven en el casco urbano.

Según el último reporte de la Secretaria de Salud del Departamento de Amazonas, la capital amazonense concentra el 96,7% de los casos por Covid-19 confirmados, 108 de ellos son indígenas. El resto de los casos corresponden a 15 integrantes de 4 comunidades indígenas. En últimas, el reporte confirma que, hasta ahora, la vida de 123 indígenas del departamento está amenazada por el brote, y se debe considerar, además, la
de aquellos que están bajo sospecha y los casos que aún no se ha identificado.

Aunque en los dos últimos reportes de Covid-19 de la Secretaria de Salud de Amazonas se ha discriminado la información de los casos confirmados por población indígena de la zona rural y urbana, aún no es claro cuáles son los pueblos a los que estas personas pertenecen, cuántas son las muertes, casos sospechosos y el barrio u organización al que hacen parte los indígenas contagiados en el área urbana. Tan solo en la ciudad de Leticia viven más de 8 mil indígenas. En consecuencia, la ausencia de información estadística sobre los casos de contagio en la población indígena puede llevar a tomar decisiones erróneas; perjudicar la efectividad de la implementación del protocolo diseñado para proteger la salud de los pueblos indígenas del departamento; y, limitar a las AATI y cabildos indígenas no asociados en el manejo de información clave para responder a la emergencia. 

Hasta el momento y aparentemente, la pandemia no ha llegado a los otros territorios indígenas del Amazonas colombiano. No obstante, existe un riesgo latente de incidencia de contagio en las fronteras con Brasil y Perú, teóricamente cerradas desde el 17 de marzo. Las relaciones familiares, sociales y económicas tejidas entre los asentamientos fronterizos persisten ante los propósitos de la cuarenta, que lleva más de un mes en Colombia. Penosamente, los gobiernos de Leticia y Tabatinga no lograron contener la expansión del Covid-19 en la conurbación fronteriza por la falta de políticas transfronterizas y medidas preventivas coordinadas. Como resultado, la rápida multiplicación de enfermos saturó la capacidad de atención de los centros de salud de la zona.

Irónicamente, el Covid- 19 ha permitido visibilizar esas brechas sociales, económicas, políticas y culturales que durante muchos años el Estado colombiano ha dejado de atender, y afecta directamente la vida de la población indígena. Suponer una homogeneidad de condiciones provocó mayores afectaciones en la vida comunitaria de los pueblos. Quienes han estado en las comunidades, en las malocas o mambeaderos, así sea solo en Leticia, saben que muchas de las actividades indígenas se desarrollan en lugares de reducido tamaño como las casas de conocimiento (malocas), las casas (multi)familiares, mambeaderos y sedes comunales. En estos lugares se comparte mano a mano la comida, el mambe, el ámbil, la caguana, entre otras. Todas estas actividades integran el universo cultural de los pueblos indígenas.

Por lo anterior, las medidas de contención del virus resultan miopes. No se puede esperar que la población indígena cambie sus hábitos culturales y sociales de manera repentina. Y menos que los miembros de las familias indígenas no salgan a la calle para conseguir el sustento diario. A pesar de las intenciones de la cuarenta, esta situación ha sido continua en estos tiempos de pandemia, y, en gran medida, por la falta de una efectiva atención y decido compromiso por mejorar las condiciones de vida de la población de bajos ingresos, marginalizada y más vulnerable. 

Con el primer caso de Covid-19 en Leticia, quedó en evidencia la crisis que por años viene aquejando al Hospital San Rafael de Leticia, el único centro de salud público del departamento. Lamentablemente, esta situación facilitó que, en menos de un mes, el brote cegara la vida de 23 personas y posiblemente de 28 más. Algunas de ellas ni siquiera pudieron ser atendidas por personal médico y a pesar de la urgencia, ser transportadas a Bogotá. Estas pérdidas humanas, el rápido contagio, el colapso de los Sistemas de Salud en la triple frontera y las limitaciones que tiene la población amazonense de atender con rigurosidad la cuarentena desató la grave emergencia en el Amazonas.

En los últimos días, el llamado SOS Amazonas ayudó a que el gobierno nacional interviniera el Hospital de Leticia por la falta garantías, mínimas para atender a los enfermos por Covid-19 o por cualquier otra enfermedad. Pese a ello, el municipio de Puerto Nariño y las áreas no municipalizadas presentan peores condiciones para enfrentar al Covid-19 que las de Leticia.

Estas zonas tienen serias dificultades de atención por las amplias distancias entre las comunidades indígenas con los principales centros urbanos. Por consiguiente, si no se toman medidas urgentes, coordinadas, transfronterizas y acordes a las realidades de esta región, los asentamientos indígenas ubicados a lo largo de las fronteras amazónicas y en los resguardos indígenas, correrán una suerte peor.

El llamado de alerta


Ante la emergencia que estamos viviendo en Leticia, los miembros de la Asociación Tejiendo Amazonas –Tejama- hacemos un llamado de alerta por la inminente amenaza del Covid-19 a la salud de la población indígena que habita las áreas urbanas y territorios indígenas de la Amazonia. Como hijos, nietos y habitantes de este territorio, nos unimos al llamado del Mayor William y de otras autoridades tradicionales del departamento del Amazonas. Es necesario tomar urgentes y diferenciales medidas que garanticen el cuidado y la protección de la vida de los pueblos indígenas, y, por ende, de sus territorios.

Por este medio, transmitimos el llamado de las voces indígenas al Gobierno Nacional y Local para que atienda de inmediato la crisis que puede provocar, nuevamente, el etnocidio de los pueblos indígenas de la Amazonia colombiana. Llamamos a que las instancias del gobierno colombiano y fronterizo actúen con compromiso y en coordinación con las Asociaciones, Cabildos no asociados y de las organizaciones sociales, públicas y privadas. Igualmente, hacemos el llamado a la comunidad y organismos internacionales para que, a través de acciones de cooperación técnica, científica y financiera, ayuden a atender el oscuro panorama de los impactos del Covid-19 en la región, y en particular, sobre los pueblos indígenas.

Indiscutiblemente, vencer y superar esta situación requiere mayores esfuerzos y medidas de mitigación con enfoque intercultural acordes a las realidades de esta zona del país. En este sentido, resaltamos como indispensable que las instituciones gubernamentales manejen estrategias de comunicación y atención diferenciales con la población indígena, atendiendo las necesidades y prioridades que han manifestado las organizaciones indígenas. Así mismo, solicitamos que con urgencia se socialicen y ejecuten las políticas y protocolos construidos con las autoridades indígenas, y se fortalezcan las acciones locales y comunitarias que buscan contrarrestar los efectos de esta crisis sobre la población amazonense. 

Este es un llamado de alerta, pero también de esperanza. Toda vez que unifiquemos los esfuerzos de los ciudadanos, las organizaciones civiles, indígenas, locales, nacionales e internacionales para vencer esta inesperada batalla que amenaza la vida de la población amazónica, nuestra familia. Ojalá, nuestra voz sea escuchada en distintos medios y espacios con el ánimo de incidir hacia acciones inmediatas que atiendan las comunidades indígenas. Confiamos que juntos podremos vencer esta crisis y mitigar sus efectos.

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Foto: Angela López-Urrego.

Firmas

 

1. Dentro de la cosmogonía indígena, las enfermedades tienen espíritu. A este hay que calmarlo, tranquilizarlo, enfriarlo para que no siga afectando la salud de las personas (Explicación dada por el Mayor Yukuna).