A ocho años de la masacre de Tortugaña, Telembí, mantenemos viva la memoria de nuestros hermanos y hermanas Awá caídos

por Soporte

"Seguimos sembrando Dignidad, Paz y Vida".

Los Telembíes, Resguardo Tortugaña Telembí, Barbacoas, Nariño.
4 de febrero de 2017

PRONUNCIAMIENTO PÚBLICO

El pasado 4 de febrero del presente año, nos reunimos en la comunidad Los Telembíes para conmemorar una vez más la partida de nuestras familias cobardemente asesinadas en febrero del año 2009, de esos hechos lamentables ya han pasado hace ocho años, en los cuales hemos intentando reconstruir el tejido social fraccionado.

Todas y todos los Awá que seguimos resistiendo y luchando frente a las adversidades que nos toca vivir diariamente, llevamos en nuestros corazones aquel 4 de febrero de 2009, cuando hombres de la guerrilla de las FARC asesinaron a catorce compañeros y compañeras indígenas Awá, forzando además el desplazamiento masivo de más de 400 indígenas del Resguardo Tortugaña Telembí.

Este hecho cubrió nuestros rostros de lágrimas, pero nos unió en un rechazo rotundo frente a la violencia y al exterminio de nuestro pueblo. Cumplimos el mandato cultural de los mayores de no olvidar, pero sobretodo de continuar el camino de los SINDAWAS, así haya sido manchado por la sangre entregada en una guerra ajena. Por eso nuestros catorce hermanos y demás compañeros asesinados no son víctimas, son mártires de una lucha que no se detiene.

Hace un año, en este mismo lugar, acordamos hacer un llamado a la guerrilla de las FARC y al Gobierno Nacional para que pidieran públicamente perdón al pueblo Awá por la masacre de Tortugaña Telembí. A la guerrilla por haberla ejecutado, y al Gobierno Nacional por fallar en su deber constitucional de protegernos, ignorando las advertencias de instituciones y organizaciones de DDHH sobre el grave peligro que corríamos al vivir en medio de combates entre grupos armados legales e ilegales. En una carta abierta firmada en febrero 14 de 2016, les pedimos que reconocieran públicamente el sufrimiento que vivimos y reconstruyeran la confianza para dar pasos seguros hacia la paz territorial. Pero ha pasado un año desde que elevamos nuestra voz y ni el Gobierno Nacional ni las FARC se han pronunciado al respecto.

Durante el último año los altos mandos de esa guerrilla realizaron diversos actos de perdón con comunidades víctimas de sus acciones, gestos que celebramos. Regresaron a Bojayá, realizaron un acto público con los familiares de los diputados del Valle, reconocieron sus errores en la masacre de la Chinita. Incluso Rodrigo Londoño, comandante en jefe de las FARC, pidió perdón a todas las víctimas del conflicto armado colombiano durante la firma del acuerdo de paz.

¿Por qué entonces no le han pedido perdón al pueblo Awá? ¿Es que nuestras víctimas valen menos que las del resto de colombianos? ¿Será porque sólo lo hacen en actos públicos que, por su impacto nacional, los beneficia políticamente? ¿Acaso porque no es estratégico para sus intereses reconocer nuestra autoridad y gobierno en el territorio ancestral? El gobierno nacional, corresponsable de tales actos al omitir la protección constitucionalmente ordenada y agravar la presión militar sobre nuestro pueblo, tampoco mostró el más mínimo gesto de acercamiento durante este año. Y es que, de pedir perdón, el gobierno sólo sabe cuándo lo obligan las cortes internacionales. Al ignorar nuestro clamor nos hacen entender que, para ellos, nuestras víctimas no eran seres humanos. Nos preguntamos cómo va a haber paz verdadera con esta indiferencia frente a nuestra solicitud y nuestro dolor.

Ya hemos puesto sobre la mesa nuestra voluntad de conciliación, pero ocho años de espera nos ha enseñado que el perdón ya no sanará nuestras heridas. Ahora esperamos un acto de reconocimiento de los graves actos que cometieron, porque nosotros, sin perdón o con perdón, vamos a seguir luchando. No estamos para rogar; el Gobierno Nacional y las FARC han venido a nuestro territorio a hacer daño con su política de guerra, ahora tienen que demostrar con hechos su verdadera voluntad de paz.

Con todo, creemos en esa esquiva paz. Hemos apoyado públicamente las negociaciones entre el Gobierno Nacional y las FARC, así como el avance de las conversaciones con la guerrilla del ELN, a quienes les pedimos que permanezcan con firmeza en su voluntad de acabar de una vez por todas con esta terrible guerra.

Pero tenemos que hablar con la verdad: No es alentadora la forma en que se ha venido implementado el acuerdo. Lo que el pueblo Awá sí recibió desde el cierre de las negociaciones fue una oleada de más violencia. Asesinaron en Tumaco a nuestro líder y profesor Camilo Taicús, así como a varios guardias indígenas y otros tantos hombres y mujeres de nuestro pueblo, los cuales se suman a las decenas de muertes de indígenas, afrodescendientes y líderes sociales, cuya cuenta aumenta día a día.

En nuestros territorios permanecen grupos armados que aprovechan la situación generada por el proceso de paz y pretenden fortalecer su presencia. El ELN inició una campaña de expansión y los paramilitares han hecho muestras de fuerza para intimidarnos. Una vez más estamos en medio de dos fuegos cruzados.

Por eso exigimos que el Ministerio del Interior, la Unidad para la Atención y Reparación Integral de Víctimas – UARIV y demás instituciones del Estado concernidas del nivel Nacional, regional y local, a que cumplan con las órdenes emitidas por la Corte Constitucional en los Autos 004 de 2009 y 174 de 2011, con las medidas cautelares concedidas al Pueblo Awá por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y con el Decreto Ley de Víctimas n° 4633 de 2011. Hace un año apelamos a su buena voluntad en un gesto de confianza.

Ahora que sea el peso de la ley, el que doblegue su obstinada indiferencia, si es que el Plan de Salvaguarda, el Plan Provisional Urgente de Reacción y Contingencia, las medidas cautelares, la reparación colectiva de nuestros derechos fundamentales no son también víctimas de una masacre.

Esperamos que el acuerdo de paz no tenga la misma suerte.

 

AUTORIDADES INDÍGENAS ZONA TELEMBI – PUEBLO AWÁ
TODOS SOMOS TORTUGAÑA TELEMBI, OCHO AÑOS DE LA MASACRE