“Nosotros no podíamos hablar porque éramos católicos y debíamos respetar la presencia del papa”

por Soporte

Esta cerca la visita del Papa Francisco y para algunos la espera es larga, en Ciudades como Bogotá, que será uno de los lugares que visitara, el comercio se invade con productos que le dan la bienvenida; mientras tanto en otros lugares y en la misma Bogotá la gente sigue luchando contra gobiernos que nos vende y que esconde, maquilla la realidad de las comunidades.

La misma realidad conoció en 1986 el Papa Juan Pablo II, una realidad que se quería maquillar y que Guillermo Tenorio se encargó de contar.

Así que aprovechando esta visita, queremos recordar la experiencia del Mayor Guillermo Tenorio, un nasa resabiado con una memoria muy viva y que no pierde la fuerza de joven necio con la que empezó el camino de lucha en el CRIC y con la que sigue acompañando la comunidad.

“En el año 1986 cuando vino el Papa Juan Pablo II, yo había terminado de prestar mi servicio dentro del comité ejecutivo del CRIC y los compañeros me dijeron que por que no asumía el saludo al Papa cuando viniera a Popayán. Yo no quería pero lo asumí, así que varios compañeros me ayudaron a redactar la carta.

El compañero Camilo Chocue, del resguardo de Yaquiva, Tierradentro, fue quien escribió la carta en nasa yuwe, porque la mayoría de los que estarían allí eran Nasas, también se escribió en Misak.

En Toribio estaba de párroco Armando Olaya, él fue quien nos hizo el favor de llevar la carta al arzobispo de Popayán para que diera el visto bueno quien se negó hasta el último momento.

La carta ya estaba escrita, no era tan larga, hablaba de la problemática indígena, de los pueblos en general, como estamos en Colombia; después del saludo denunciamos los atropellos de los terratenientes en el Cauca y en otros departamentos. Ese era el motivo por el que esperábamos la visita del Papa, para que nos amparara y que nos defendiera.

Al mismo Clero le dijimos que había una parte de la iglesia que estaba del lado de los grandes terratenientes y que quienes caminaban con los pobres eran asesinados como el Padre Álvaro Ulcue Chocue y Pedro León Rodríguez, párroco de Corinto. Cuando hablamos de esos asesinatos nos suspendieron, llego el padre Francisco Salamanca y dijo “es suficiente” y nos arrebató la carta, el pueblo estaba muy atento y empezaron a chiflar y pidieron que dejara terminar la lectura de la carta, muchos dijeron “aquí no dejan hablar a nadie, aquí el Papa no evoca a todo el mundo” eso quedo grabado.

Después de la muerte del Padre Álvaro hubo un gran silencio, no se pronunció nadie, por eso se denunció abiertamente al mundo entero.

El coronel del ejército, del Batallón José Hilario López, vino a quitarnos un poco de papeles que teníamos en una mochila y decía que nosotros no podíamos agregar ni una sola palabra porque éramos católicos y debíamos respetar la presencia del Papa. Nosotros no le dijimos nada.

Esa carta fue enviada dos meses antes a Roma, así que el Papa ya estaba informado.

Terminado el evento ingrese a las oficinas del CRIC, allí me hicieron sentar como una hora, contestando llamadas, dando declaraciones.

Todo lo que teníamos programado salió bien.

Yo pienso que en esa noche los compañeros y compañeras de la organización CRIC, bailaron hasta que se cansaron, porque al otro día cuando yo llegue había un poco de compañeros durmiendo en los pasillos; eso fue un golazo ante el mundo poder denunciar tanta injusticia en las comunidades y todo lo que estábamos sufriendo, en Colombia, ante muchos países que estaban escuchando, cuando interrumpen es cuando más atención pusieron.

Ahora que viene el Papa yo pienso que ahí no va a haber nada, no hay una carta de denuncia tan amplia como la que le hicimos los indígenas caucanos en esas fechas.

Por reglas generales y por políticas de la iglesia el Papa tiene que recorrer, exigir, orientar a los gobiernos, pero esos no le van a parar bolas, no van a hacer caso. Acá en Colombia él va a resaltar el proceso de paz que se ha dado, aparentemente; debería más bien exigir, hablarle al mundo que los pueblos indígenas somos originarios de américa, que las multinacionales respeten porque nos invaden nuevamente despojándonos.

Yo como soy así de terco haría una carta en los términos que hablo, recordándole las tareas que le habíamos pedido a Juan Pablo II.

Ahora que la nueva invasión por parte de las multinacionales está cerca, les diría que ningún indio se preste para ser trabajador de ellos, las multinacionales van a ofrecer mucha plata para destruir a la organización indígena, no hay que dejarnos manipular por ellos, que resistamos para no vendernos por la plata que nos van a ofrecer y siempre mantener la bandera de lucha en alto y dejarle a las nuevas generaciones la recomendación, la exigencia de ser fuertes para no retroceder ni un paso."