Volver al Tawantinsuyu. Descolonizar la cultura

por Soporte

En este mes del Cápac Raymi (o diciembre) se da inicio a un nuevo año de solsticio de verano, en que se llevarán a cabo distintas celebraciones referidas al año 1,396 de los musulmanes, en tanto que los judíos celebrarán 5,779 años de su vida religiosa y nuestros hermanos mayas contabilizarán 5,131 años de su cultura. Por su parte, los cristianos se preparan a conmemorar unos dudosos 2,017 años de su vigencia; dudosos por varias razones, la primera es que, por un capricho de los senadores romanos, un día optaron por dejar de celebrar el año nuevo al comenzar la primavera para trasladarla al primero de enero, la segunda es que para adecuar las celebraciones nórdicas a las propias del cristianismo, un Papa romano en forma absolutamente arbitraria estableció que Jesús tenía como fecha de su nacimiento un día de la última parte del mes de diciembre, aunque jamás se pudo determinar en qué fecha se habría producido ese acontecimiento.

Establecida de esta forma tan maniquea y falsa la fecha en que debía conmemorarse la era cristiana, se empezó a contar una época que ahora llega al año 2017, o siglo XXI, ante lo cual, los peruanos nos preguntamos, ¿cuál debe ser nuestra postura y posición frente a tal celebración?

Para responder a esta interrogante es preciso anotar que el cristianismo aportó al judaísmo un cierto tono distinto, expresado en su actitud misional e intolerante, el cual, al ser asumido por el emperador romano Constantino pronto se convirtió en el sustento religioso y espiritual de un romanismo imperial que se afirmó en Europa por obra de predicadores fanáticos y de agresivos gobernantes guerreros que usaron tal religión para imponerse en todo ese continente. Así es como se dio inicio a la llamada civilización cristiana del occidente, que luego emprendería las grandes guerras de arrasamiento de pueblos enteros, a los que se les denominó “cruzadas” destinadas a que Europa dominara el área estratégica del medio oriente, con el pretexto de apoderarse de Jerusalén, que es la ciudad en que habría nacido Jesús.

Ese espíritu de guerra brutal y religiosa es el que impulsó a los reyes católicos de Castilla y Aragón, en la última etapa de sus luchas contra los musulmanes, y es el que guio la invasión genocida que los invasores españoles ejecutaron contra los pueblos del Tawantinsuyu de América.

El resultado de esta espantosa incursión se expresó en que aquí fueron aniquilados entre 40 a 50 millones de nuestros grandes antepasados, quienes habitaban tanto en las islas caribeñas como en las tres partes del continente ABYAYALA americano. Pero como en México y el Perú habían florecido civilizaciones extraordinariamente avanzadas, (tanto, que prácticamente en todos los planos superaban a Europa), el efecto de la agresión europea contra los pueblos de Tawantinsuyanos americanos se tradujo no solamente en que América retrocedió profundamente sino en que se perdió una preciosa oportunidad para que toda la humanidad pudiera beneficiarse de los grandes logros alcanzados por nuestros antepasados en todas las órdenes de la vida social, económica, cultural y tecnológica.

A la vista de estos resultados históricos, ¿puede justificarse que se celebre como si fuera algo positivo para la humanidad el transcurso de los 2,017 años de un cristianismo que le dio a Europa el justificativo religioso para sus aventuras imperiales y genocidas a través de todo el mundo?
La respuesta es que no.

Alguien podría explicar que en esos dos milenios la humanidad avanzó en los planos científico y tecnológico.

Y la respuesta será que, efectivamente, la humanidad hizo avances en los planos de la ciencia y la tecnología, pero es claro que ellos habrían sido mayores si no se hubieran aplastado los fenomenales avances en ingeniería hidráulica, en metalurgia, en navegación, en ingeniería vial y urbana, en acondicionamiento territorial, en textilería, en biogenética y en organización social incásica. Más aún: al cabo de estos 2,017 últimos años la masa de los marginados cubre más de las 3 cuartas partes de toda la población mundial, al tiempo que la vida natural ha sido inconcebiblemente dañada en todo nuestro planeta sagrado.

¿Puede ser este un motivo de algún júbilo o alegría? Definitivamente no.

Pero, en cambio, si hay otras razones por las que deberemos alegrarnos en este Cápac Raymi (diciembre) del año 2017 de la era cristiana y del año 10.000 de la cultura humana. Ellas son principalmente las que siguen:
(1°) la humanidad conmemorará 10.000 años del surgimiento de la cultura humana; y, (2°) al iniciarse este décimo milenio está ya en curso un novísimo Pachacuti, o gran retorno de los tiempos antiguos, el cual dará lugar a que una nueva civilización transforme nuestra sociedad, haciendo que ella discurra nuevamente por los cauces de la vida social fraterna, sin pobreza ni marginación y en que retornará la coordinación armónica con nuestra Pacha eterna e infinita.

1°) LOS DIEZ MIL AÑOS DE LA CULTURA HUMANA

De conformidad con lo que sabemos ocurrió que, como resultado de la inacabable renovación de la vida que tiene lugar en el seno de la Pacha, hace centenares de miles de años solares hicieron su aparición los primeros seres humanos o Wari Wiraqocha Runakuna. Ellos vivieron muy rústicamente, cuidados por la siempre protectora y madre de todo lo existente: Pachamama. Esas primeras gentes se difundieron por el mundo y así llegaron a los Andes Centrales de Indo América del Sur.

Pero a medida que el tiempo pasaba, esos nuestros primeros antepasados aprendieron de la Pacha (que también es la gran sabia y la gran maestra cósmica, porque es asimismo Pachayachachi) que es preciso ayudarla en su obra de hacer que hayan más animales y plantas, así como mejores vestidos y ambientes para que la vida de todos se desenvuelva más plenamente. Por esta razón y causa es que se organizaron por valles y de un modo seminómade, circunstancia esta en que hicieron su aparición las primeras culturas complejas, que tuvieron muchos centros de inicio e irradiación, pero cuyos restos más expresivos se hallan en Lauricocha, que tienen una datación que revela una antigüedad de DIEZ MIL AÑOS solares.

Simultáneamente, hubieron otros puntos igualmente importantes en que se asentaron grupos humanos avanzados en el área andina central, tales como Talara, Cupisnique, La Cumbe, Quirihuac, Casma, el Volcán, Ancón, Chivateros, Tres Ventanas, Cabezas Largas, Pozo Santo, Lomas de Ocofía, Playa Chira, Guitarrero, Ranracancha, Pachamachay, Telarmachay, Uchumachay, Pikimachay, Jayhuamachay, Toquepala y otros más.

Estos centros son la expresión de que las culturas complejas fueron el resultado de un vasto proceso social, el cual en Lauricocha tiene sin embargo su punto más representativo y conservado. Todos estos asentamientos corresponden, a la ya señalada datación de Lauricocha, los cuales nos dan DIEZ MIL AÑOS DEL NACIMIENTO DE LA CULTURA UNIVERSAL, hecho que ocurrió, como lo señalamos, en nuestros Andes Centrales.

Es precisamente ese gran acontecimiento de trascendencia planetaria y cósmica, que ahora conmemoramos. Es ese el Primer Gran Pachacuti que si es un motivo suficiente de nuestro jubileo cósmico.

Después de ese Primer Pachacuti, sobrevino otro que no hizo sino reforzar los logros del primero. Ese Segundo Pachacuti ocurrió hace unos 9,000 años, cuando aparecen formas más refinadas de apoyo a la Pacha en su gran obra de recreación de la vida, a través del cultivo de nuestras hermanas plantas y nuestros hermanos animales. A esta etapa del desarrollo humano (o Segundo Pachacuti), se le conoce como del nacimiento de la agricultura y de la domesticación de los animales (con lo que se destaca nuestro mayor hermanamiento y vida comunitaria con plantas y animales), en esta época es que se inventa ese gran centro ritual que es la Chacra, en que se conjugan la obra humana (de apoyo) y la capacidad creadora de la Pachamama, en un esfuerzo mancomunado y ritual para hacer florecer más intensa y extensivamente la vida.

Luego, hace unos tres o cuatro mil años ocurre un tercer gran Pachacuti,cuando surge la civilización de tipo fraterno. Este Pachacuti sobrevino como resultado de que se inventaron los troges, las pirwas, las coicas, los taqes, en fin, los depósitos grandes y pequeños para la conservación de los alimentos. Así es como la vida colectiva se pudo reforzar más todavía, con el añadido de que los pueblos que se fueron formando organizaron su producción en los distintos pisos ecológicos existentes, para asegurar su autoabastecimiento, al tiempo que se extendían los caminos y prosperaban las comunicaciones, los tambos y los centros urbanos; pero también hizo su aparición la cerámica y la gran textilería. Todo estos progresos dieron lugar a que se configurara así la civilización fraterna, tan característica de nuestra tradición histórica indígena.

El momento culminante del proceso de creación de la alta civilización ocurrió en el punto de convergencia de los ríos Mosna y Wacheqsa, hace unos 3 mil años, en que se dieron los primeros pasos para construir un monumental templo en el lugar que hoy es conocido como Chavín de Huantar. Allí es que se muestra en todo su esplendor la civilización que fue surgiendo a lo largo de los milenios que transcurren hace unos 4.000 a 3.000 años, que es la datación sucesiva de las ciudades sagradas de Caral y de Chavín de Huantar.

Es bueno apuntar que Chavin es un cruce de caminos, lo que pone de manifiesto que en esa época ya florecía el procedimiento de la complementación de los distintos pisos ecológicos, en el cuadro de la economía de los diferentes pueblos y comunidades, con lo que se prueba que los mitmakuna (o mitimaes) son una creación de nuestros más viejos antepasados que, por esta razón, no necesitaron de ninguna forma de comercio, así como no establecieron ningún tipo de explotación del trabajador, porque ya por entonces se mantuvo y perfeccionó el trabajo en reciprocidad, como una expresión de la ya vigente ley de la hermandad. Otra característica relevante de la civilización que tiene su remate en Chavín es que allí se cohesionaron nuestros pueblos no por razones políticas, sino por causas religiosas; esto implica que quienes condujeron la vida colectiva de esa civilización fueron sabios sacerdotes de nuestra Religión de la Pacha.

Enseguida de ese período, sobrevino un cuarto Pachacuti, caracterizado porque en reemplazo de Chavín ocurre el primer gran desarrollo de las distintas culturas y civilizaciones locales y regionales. Esta etapa de nuestra historial es conocida como clásica en la arqueología andina. De esta forma es que surgieron vigorosos asentamientos humanos tales como Vicús Pabur, Monte de los Padres, Salinar, Cerro Arana, Huaca Catón, Gallinazo, Mocoílope, Maranga, Huaca Pucllana, Pampa de la Tinguiña, Marcahuamachuco, Pushash, Catac, HuarivÜca, Sapallanga, Cumun Senca, Ñahuimpuquio, Chupas, Moche y otros más.

2°) LAS ALTAS Y MODERNAS CIVILIZACIONES ORIGINARIAS

El Pachacuti siguiente, o quinto, ocurrió hace unos 1500 años, cuando se desarrollan los grandes estados de fundamento religioso y ético y que tienen como sus centros más característicos en Huari y Tiaguanacu. A partir o conjuntamente con ellos, se desarrollan centros similares a todo lo largo de los Andes, de las Yungas y de la floresta, en que se manifiesta a plenitud una arquitectura monumental, así como una organización más ordenada de las mitmakuna (o mitimaes), una red de centros poblados interconectados, un sistema caminero sólido y de gran diseño, un eficiente sistema de recolección y almacenaje de alimentos y el establecimiento de grandes y poderosos centros ceremoniales como Pachacamac y otros. En todo caso, en Huari – Tiaguanacu nos hallamos ya ante grandes estados modernos, aunque de un tipo muy distinto a los de otras latitudes (principalmente distintos de los estados militaristas de Europa y Asia), en los que se muestra una clara orientación hacia el afianzamiento y mejora de las relaciones familiares amplias y de la cooperación recíproca y en que la autoridad tiene un claro fundamento moral, cultural y religioso.

Pero esa gran etapa concluye cuando hace unos 1,100 años ocurre un sexto Pachacuti debido a que los grandes estados Huari – Tiaguanacu se desintegran para dar paso al renacimiento de altas culturas regionales tales como Chanchan (o Chimor), Talamabo, Pacatnamú, Sipán, Collique, Pátapo, Túcume, Morropón, Ayabaca, Vichayalillo, Huayrapongo, Condebamba, Marcahuamachuco, Chucuito, Hatun Kolla, Hatunmarca, Tunanmarca, Tambo de Mora, Lurin, Chincha, Pachacamac, Lurigancho, Mango Marca; Huaycán, Armatambo, Cerro Azul, Incahuasi, Cuélap, Huarpo, Paco, Killke. Una de las características más saltantes de este nuevo período consistió en que sobresalen algunos notables Estados que heredaron los logros de Huari-Tiaguanacu, aunque, con sus particularidades propias, cada uno de ellos los perfeccionaron y enriquecieron. Los más notables de estos Estados regionales fueron:

– La Confederación Chimor (o Chimú
– Las confederaciones de Cajamarca y Huamachuco
– Las confederaciones Lupaca y Kolla (en los alrededores del lago Titicaca)
– Las confederaciones Huancas: Junín, Tarma, Jauja y Huancayo.
– Las confederaciones Chincha y Runahuánac.
– La confederación Chanca.
– Las confederaciones de Collique, Chillón y Rimac.
– Los pueblos Chupachu, Yacha y Huamali.
– Otros pueblos de la amazonia o selva alta y baja.

3°) LA GRAN CONFEDERACIÓN TAWANTINSUYANA

Luego ocurrió un séptimo Pachacuti que tuvo lugar cuando, hacia el siglo XV, empieza a despuntar una singular confederación de pueblos que se hallaban en los alrededores de donde surgió la ciudad del Qosqo, punto este en que unos grupos étnicos venidos del lago Titicaca y de Pacaritampu, bajo la égida de una gran sacerdotiza llamada Mama Huaco, empiezan la obra de organizar una confederación de pueblos guiados por 8 hermanos Ayar (4 kurakas y 4 mamakunas) sobre las mismas bases que habían regido a las confederaciones Huari y Tiaguanacu.

Hallándose en ese empeño, la Confederación cusqueña tuvo diferencias sobre cuestiones de hegemonía con la Confederación de los pueblos Chancas, los que en su impulso expansivo habían rebasado ya al pueblo Quechua (que habitaba en Ápurimac). Tales diferencias se resolvieron a través de consultas religiosas y de una guerra ritual en que no hubieron ni vencedores ni vencidos, porque todos estuvieron de acuerdo con los resultados que favorecieron a los cusqueños. El gran conductor de esta controversia fraterna fue el Capac Apu Pachacutec Inca Yupanqui, que hizo tan grandes cambios en la Confederación Tawantinsuyana que surgía, que su época corresponde al octavo Pachacuti.

Este octavo y gran Pachacuti sentó las bases para la consolidación de la Confederación Tawantinsuyana, concebida como un enorme y magnificente proyecto de unificación fraterna de todos los pueblos del mundo, organizados en 4 áreas o regiones. Ese majestuoso proyecto fue llevado cabo a través de pacientes negociaciones, en que mediaron nuestras Guacas y en que hubo mucha buena voluntad, de manera que uno a uno se fueron incorporando al mismo todos los pueblos. Corno a todos les convenía formar parte de la Confederación, el proceso de unificación se facilitó, dando lugar a que el Estado Inca se extendiera hasta las pampas argentinas y el río Maule por el sur, hasta todo el sur de Colombia por el norte, y por la llanura Amazónica (hasta el centro del Brasil) por el oriente.

Por sus fundamentos, esta gran Confederación dio lugar a que se organizara el Estado más equilibrado, justo y próspero que conoce la humanidad de todos los tiempos. En su seno no hubieron ni pobres, ni marginados, ni humillados, ni excluidos, al tiempo que todos los pueblos pudieron prosperar ininterrumpidamente, en armonía con la Pacha maternal y generosa.

4°) DE LA OSCURIDAD COLONIAL AL DÉCIMO PACHAKUTI LIBERADOR

Cuando el gran Estado fraterno y confederal del Tawantinsuyu se hallaba en plena expansión y auge fue arteramente atacado por una banda de 70 mil avezados delincuentes, ruines asesinos y ladrones, venidos de las cárceles de España, que en forma cobarde acorralaron y masacraron en la Plaza de Cajamarca a 10.200 miembros de la élite incásica que acompañaban al Capac Apu Atao Wallpa, quien cayó prisionero tras esa sucia emboscada. Con ese acto de inconcebible doblez y falsía es que se dio inicio al noveno Pachacuti, o gran revuelta de los tiempos, aunque esta vez para mal de nuestro pueblo y de toda la humanidad.

La fecha de la cruel Matanza de Cajamarca fue la del 16 de noviembre de 1532, día ese en que de pronto se apagó el Apu Inti. En tal oportunidad, concurrió a la Plaza cajamarquina Atao Wallpa con los capacuna de los 4 suyus y sus asistentes, así como con los mayores sabios e ingenieros del Estado, además de todos los más altos funcionarios civiles y religiosos del Tawantinsuyu. Es decir que allí estuvo la flor y nata de la inteligencia y la élite incásica; en tales circunstancias ninguno de ellos llevaba arma alguna porque entre nosotros, ni a las reuniones ni a las negociaciones se va armado. Así es que los asaltantes atacaron en un lugar cerrado, con ventaja, alevosía y en forma absolutamente cobarde, porque sabían que los grandes señores tawantinsuyanos estaban absolutamente desarmados.

Pero lo peor de todo es que, de acuerdo con nuestras normas, cuando un Apu como Atao Wallpa se encuentra en manos del enemigo, a este no se le puede atacar, razón por lo cual los soldados que rodeaban Cajamarca no aplastaron a los bandidos, como correspondía hacerlo. Además, esta muestra práctica religiosa les abrió a los invasores las puertas del país, de modo que pudieran entrar a los jardines del Tawantinsuyu para destruirlo todo y para robar. Así es como sobrevino la destrucción de los grandes logros científicos y tecnológicos incásicos, todos los cuales sobrepasaban a la Europa de entonces en cientos de años.

Por esa razón, tal acontecimiento no solo nos dañó a nosotros sino también a toda la humanidad que, de otra manera, se habría beneficiado no solo del oro y la plata que se nos robó, ni solo de la enorme variedad de alimentos que le dimos a todo los pueblos del mundo, sino también de nuestros grandes progresos en textilería, ingeniería de caminos y de hidráulica, en biotecnología, en metalurgia, en el manejo del medio ambiental, en astronomía, en navegación y en tantos otros campos en los que superábamos sobradamente a los europeos.

Como es sabido, con esa destrucción y saqueo vino el más gigantesco genocidio que conoce la historia de la humanidad, pues en su curso se masacró a más del 90 por ciento de nuestra población. De esta forma es que el aniquilamiento de nuestro pueblo solo tiene un símil o parangón en la hecatombe mexicana y en el genocidio de los caribeños, todos ellos cometidos por los españoles en nombre de su fé católica.

Esa bestial matanza hispánica hace que el siglo XVI deba ser considerado como el más cruel, ruin y genocida de todos los que protagonizó la Europa católica e imperial.

La república que vino después de la colonia fue el producto del sacrificio y la lucha de los guerrilleros indios, que vencieron a los coloniales en los campos de Ayacucho a las órdenes del héroe máximo de esa jornada, que fue el coronel de guerrillas Marcelino Carreño (batalla de los campos de Ayacucho ocurrida el 9 de diciembre de 1824). Pero esa república traicionó al pueblo del Perú y actuó con más saña extranjerizante que los propios genocidas españoles. Así es que durante la república los males prosiguieron hasta hoy, en que estamos ingresando a un nuevo Pachacuti, que históricamente es el décimo y que restaurará en nuestras tierras la grandeza, la prosperidad y el equilibrio del pasado.

Un signo de que el DÉCIMO PACHAKUTI está ocurriendo es que muchas GUACAS están renaciendo, al mismo tiempo que resurge nuestra religión de la PACHA. Estos son los signos de que volveremos a tener la fuerza y el poder que tuvimos en el pasado, con lo que podremos retomar el camino interrumpido hace cerca de 500 años, cuando se nos agredió tan cobarde, ruin y malévolamente.

Esta es la razón de nuestro júbilo por el advenimiento del AÑO DIEZ MIL DE LA CULTURA HUMANA, que nosotros festejaremos a partir de este Capac Raymi (diciembre) glorioso en que nos alegraremos, como lo señalamos, por el retorno de nuestras Guacas y de nuestras prácticas y hábitos, con los que volveremos a vivir en una gran sociedad post moderna, para beneficio de toda la humanidad, en el curso del nuevo milenio que se inicia.
¡Vuelve EL DÉCIMO PACHACUTI LIBERADOR!
¡Llallisunchis POR TODO NUESTRO GRAN PUEBLO!
JALLALLA TAWANTINSUYU
KAUSACHUM PUEBLOS DEL TAWANTINSUYU

Por la autodeterminación, autogobierno de los pueblos…por la vida, agua, tierra, ambiente, agricultura y bienes naturales del suelo, sub suelo.

QOSQO Kullana Suyu Llaqta, Capac Raymi, Mosoq Wata 10.000

Pablo Salas Charca, CORECOQA, Julián Queso Condori Ayllu Chiwaku Autoridad Indígena de la Nación Qanchi Cusco, Beatriz Tunco S. Asociación de Mujeres Pacha Puno, Saturnina Alanoca Huayta Federación Interdistrital de Comunidades Alpaqueras FIDCA, Juan de dios Quispe Y. Coordinadora Regional de Comunidades Quechua Aymara CORECOQA, Gregorio Salas Ch. Alberto Miranda Salas, Álvaro Conrado Arte Nativo Kuntur Chaya Ayarachi Preinka PUEBLO QUECHUA, Adela Príncipe, Virgilio Roel Pineda, Ingrid Ccoyllo Movimiento Indio Del Perú, Jorge Tincopa Calle, Ollanta Amaru Salas Comunidad Campesina Ipokate Ayllu, Máx Titalo, R. Organización Nacional Aymara ONA Perú, Augusto Salas Montalvo. Movimiento RUNA Puno, MOVIMIENTO INDIO TUPAJ AMARU (Ginebra), Alvaro Vargas Apuy Ausangate Cusco….

NOTA: Súmate a esta jornada para Descolonizar, Descristianizar a nuestros pueblos y Organízate, esperamos tu aporte, agrega tu nombre y la de tu organización.

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